martes, 22 de junio de 2010

Mirando al cielo busco tu presencia y a veces la encuentro.
Mirando al cielo busco que el consuelo repare mis días grises, y noches frías.
Mirando al cielo busco que tu amor me llegue y llene mi alma de colores alegre, brillantes y con profunda ternura beses mi corazón.
Mirando al cielo he encontrado una estrella que me sonríe porque por fin mi espíritu ha podido darle un beso al tuyo.
Un beso lleno de esperanza, de anhelo por el día en que sin más restricciones que las que impone el amor pueda darte un beso en cualquier lugar, en cualquier momento.
Mirando al cielo imagino todo lo que puede llegar a ser y lo que ya no fue, y me lleno de nostalgia por los días pasados y de alegría por los días venideros.
Mirando al cielo espero una estrella fugaz o un cometa quizás que cumpla mi deseo de estar contigo, alejados del tugurio, alejados de nuestro callejón y de la oscuridad y refugiarnos en el arco iris de nuestro amor.

como una flecha y una margarita

Como una flecha que atraviesa el corazón de una margarita blanca y queda roja de dolor.
Una flecha que hiere gravemente su sentir, su corazón.
Una flecha que casi mata una margarita noble e indefensa sin nada más que el amor que podría entregar si tan solo le perdonase la vida… si tan solo le dejase vivir.
¿Vivir?, ¿vivir para sufrir? ¿Vivir para morir?
Y la margarita respondió “vivir… para amar” 
Íbamos caminando por el sendero que recorren nuestros cuerpos, acariciados por la calida brisa del otoño que anunciaba la llegada del invierno a mi corazón.

Ya no quedaba nada, ni las hojas de los árboles que guardaban historias…. Mis historias.

Ya no quedaba nada, tan solo estábamos tú, yo, y el camino adornado por el amor, la lluvia de hojas: algunas doradas, algunas rojas.

Íbamos solos…. Solos como siempre…. Solos como nunca… con el amor por compañía y las miradas encendidas.

Fue entonces cuando, como un vaticinio llego a mi un fuerte latido y con un suspiro soltaste mi mano y  dijiste: “lo siento….” Y callaste

En ese momento todo cambió y la calida brisa se tornó fría tal vez helada, y un ventarrón entró a mis ojos y creí entender lo que pasaba.

Tomaste una hermosa flor del camino, la única que lo acompañaba (al camino) y tomaste nuevamente mi mano, mi corazón latió muy fuerte y el aire volvió a mi, las mariposas que creí perder regresaron y murmuraste “te amo y no puedo evitarlo”.

Escuche que los árboles cantaban e el sol… el sol salió en pleno otoño y el invierno que llegaba se volvió verano, porque yo….yo también te amo.